Entrevista con Susana Vílchez Tornero, una Pionera de la investigación en bioquímica y biología molecular.

“Es una carrera difícil que volvería a iniciar una y otra vez”


 Tornero es licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y doctora cum laudem en Ciencias Químicas. Actualmente, pertenece al Instituto de Biotecnología y al departamento de Bioquímica y Biología Molecular I de la Facultad de Ciencias, dentro del grupo CTS-183 de la Universidad de Granada, donde dirige 3 tesis doctorales.


Entre sus logros profesionales, ha registrado 3 patentes relacionadas con el campo del control biológico de plagas y liderado una colaboración con una empresa relevante en el sector agrario, obtenido a través de un contrato de investigación.


Estos méritos la llevan a formar parte de #SonPioneras, una iniciativa que surge como resultado del Programa de Liderazgo Emprendedor para Investigadoras de la Universidad de Granada.
Este proyecto, financiado en el marco de las Actividades de Transferencia del Conocimiento del PAIDI 2020, nace en la UGR con la colaboración de la OTRI y del vicerrectorado de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad.

Susana no solo representa a una de las pioneras en investigación y salud de este programa, sino que también lo es dentro de su núcleo familiar. “Fui la segunda persona en mi familia con estudios universitarios y la primera en realizar un doctorado y dedicarme a la investigación. Mi caso fue por vocación, no por tradición, y aunque es una carrera difícil y, en ocasiones frustrante, la volvería a iniciar una y otra vez”, afirma Vílchez.


Tras una estancia postdoctoral en el Departamento de Bioquímica y en el Instituto de Biotecnología de la Universidad de Cambridge (UCam), UK, la científica se incorpora a la Universidad de Granada, mediante el programa de ayudas para contratos Ramón y Cajal, donde trabaja en dos líneas de investigación.


Una de ellas sobre caracterización de bacterias entomopatógenas naturales para determinar el mecanismo de virulencia de las mismas a nivel molecular y otra centrada en la evolución in vitro de toxinas de Bacillus thuringiensis para adaptarlas a insectos no diana.


Como explica la científica, la investigación que realizan tiene como objetivo modificar, mediante técnicas moleculares, la especificidad que presentan las llamadas toxinas Cry, producidas por la Bacteria esporulante Bacillus thuringiensis.


Esta bacteria produce unas inclusiones proteicas (toxinas Cry) en el momento de la esporulación, que tienen actividad frente a determinados insectos. Su gran ventaja es la especificidad que presentan, ya que son activas únicamente frente a un reducido número de insectos.


Esta característica hace de estas toxinas que sean muy adecuadas para un control de los insectos, que representan un problema, bien en agricultura o bien en salud, de una forma más racional y medioambientalmente más amigable que los insecticidas químicos.

Desde un punto de vista práctico tienen la limitación de que no siempre se conoce la toxina Cry adecuada para el insecto que quieres controlar, y de ahí viene el trabajo que estamos haciendo: “desarrollar un método para la construcción y selección de toxinas activas frente al insecto que nos interese gracias a técnicas de Biología Molecular”.


Los primeros resultados ya han sido muy satisfactorios y han conseguido evolucionar in vitro la actividad de una toxina activa frente a lepidópteros y dirigirla hacia un díptero de relevancia en salud como es Aedes aegypti, un vector de varias enfermedades (http://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29097681/).


En la actualidad, el grupo pretende hacer lo mismo con un insecto que representa la peor plaga para los frutales a nivel mundial: la Mosca de la Fruta del Mediterráneo, Ceratitis capitata. Para esto cuentan con un proyecto del Fondo Social Europeo y han solicitado otro en la última convocatoria del Plan Nacional.


Proyectos fruto de la Covid-19

La pandemia global de la covid-19 ha afectado a su día a día en su labor como investigadora y docente.
“Con la pandemia pensamos que nuestra obligación era contribuir en lo que pudiéramos y nos pusimos manos a la obra con un proyecto muy interdisciplinar”.


El trabajo que estamos ejecutando al respecto, con financiación de dos proyectos –uno de la Crue-Santander y otro de la Junta de Andalucía –, pretende desarrollar un biosensor, basado en la tecnología del grafeno, con el objetivo de detectar los estados pre sintomáticos, sintomáticos y curados en pacientes de la enfermedad Covid-19.


Los proyectos están siendo realizados por tres grupos de investigación de la Universidad de Granada – dos del Instituto de Biotecnología y otro del Departamento de Electrónica y Tecnología de Computadores, liderados por Francisco Gámiz –, en colaboración con varios hospitales – Hospital Clínico San Cecilio y Hospital Universitario Virgen de las Nieves, de Granada y el Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia– y grupos del CSIC.


En cuanto a la docencia, Susana Vílchez ha cambiado completamente la dinámica de las clases. “Para este curso académico decidí grabar todas mis sesiones para hacerlas accesibles a todos los estudiantes. Como consecuencia, ha habido una mayor carga de trabajo que, en algunas ocasiones, ha hecho que la investigación se posponga. De todas formas, aunque lentamente, hemos conseguido avanzar en nuestras líneas”.


La científica considera que la investigación es “la actividad más frágil” dentro de la universidad; “al no haber fechas límite siempre solemos postergarla frente a otras actividades más urgentes. Con la pandemia esta situación se ha acrecentado”, matiza.


“Lo único que se ha visto beneficiado en esta crisis sanitaria es la escritura de artículos científicos. En el primer confinamiento, al estar cerrados los laboratorios, muchos investigadores nos pusimos a escribir artículos que teníamos pendientes».

Soñar a lo grande


El camino de esta pionera continua su marcha y la meta de la científica es convertirse en catedrática. Aunque en el recorrido, otro salto lo representaría conseguir trabajar en un proyecto europeo con un equipo multidisciplinar e internacional. “Todo el mundo dice que es complicadísimo, pero la verdad es que me apetece mucho”.


También le gustaría verse en el laboratorio todos los días rodeada de un equipo de gente motivada que le ayuden a materializar sus ideas. “Aunque soy directora de una línea de investigación, desearía ser líder de un gran grupo de investigación, lleno de gente inteligente y válida que sientan pasión por la investigación”, asegura.


Susana Vílchez desea aportar su “granito de arena” para que la Universidad de Granada sea más grande de lo que ya es. “Me encantaría colaborar para hacerla más ágil y flexible y para que fuera un referente a nivel mundial. La gente que trabaja en la universidad tiene muchísimo potencial, pero siempre hay lugar para la mejora”, concluye la científica.

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