Un diagnóstico molecular para combatir las enfermedades autoinmunes

By Biomedicina

Un diagnóstico molecular para combatir las enfermedades autoinmunes

La doctora Marta Eugenia Alarcón Riquelme (Genyo) comanda un grupo de investigación que ha recibido una subvención total de 80 millones de euros de la Unión Europea y de las empresas farmacéuticas con tal de mejorar el tratamiento de patologías como la esclerosis múltiple, el asma o la artritis reumatoide.

El proyecto 3TR puede marcar el futuro de la diagnosis médica. Con 80 millones de euros de financiación –la mitad aportada por fondos de la Unión Europea y la otra mitad a cargo de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Europeas (EFPIA)–, ya ha hecho historia al ser el que más inversión ha recibido en el campo de la inmunología. La labor investigadora se desarrollará durante los próximos siete años bajo el liderazgo de la doctora Marta Eugenia Alarcón Riquelme (Minnesota, 1962).

La coordinadora de medicina genómica de Genyo, así como responsable científica de las unidades genómica y de bioinformática de este centro, ha sido elegida como coordinadora de este ambicioso proyecto que pretende detectar grupos que definan de manera molecular diferentes enfermedades autoinmunes sistémicas.

El principal problema para emitir un correcto diagnóstico reside en la heterogeneidad, lo que hace que la misma enfermedad se manifieste de manera distinta en cada paciente. En concreto, este estudio se centra en siete patologías: lupus eritematoso, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn.

Todas ellas se estudiarán en varios grupos porque están mediadas por el sistema inmunológico. «Hay quien considera que el asma no es autoinmune, pero tiene un componente inflamatorio importante, como la EPOC», justifica la doctora Alarcón. La idea general consiste en conocer mejor las enfermedades con la finalidad de elaborar medicamentos a medida. «Los pacientes de lupus han sido tratados durante años con cortisona (esteroides), que tiene efectos secundarios muy grandes y muchos no responden a ese tratamiento. Si llegamos a conocer las vías moleculares por las que un paciente desarrolla una enfermedad, entonces podemos tratar a ese paciente con dianas más específicas. Un ejemplo claro está en los pacientes con inhibidores de los receptores de interferón tipo I, pues una proporción grande de personas con lupus tienen una en firme en interferón, pero no siempre significa que el interferón haga progresar su enfermedad», detalla la investigadora.

Alarcón recalca que «estamos viendo cómo obtener algunos datos para analizarlos y comprobar qué tipo de características moleculares tienen los pacientes que pueden responder a estos tratamientos. Si eso lo conocemos, podremos ir directo a tratarlo de esa manera». Esto cobra especial relevancia si se tiene en cuenta que algunos de los medicamentos actuales no eliminan la enfermedad, sino que simplemente palian los síntomas.

De ahí la importancia de este proyecto 3TR, que dispondrá de un amplio recorrido al prolongarse durante los próximos siete años. Durante ese período, los investigadores tendrán que informar puntualmente en Bruselas de los resultados, aunque sin la presión típica de otros estudios en los que el tiempo se convierte en un factor más con el que combatir. «Si un investigador comienza algo y acaba en tres años es porque está haciendo algo muy concreto, pero no un proyecto científico. Normalmente se financian los primeros dos o cuatro años, pero después hay que buscar financiación por otro lado para ver cómo continuar», señala la doctora Alarcón. Al contar con un plazo amplio en el que profundizar en esta investigación se convierte en un proyecto «único», en palabras de la mexicana-estadounidense.

En la descripción del estudio se indica que se analizarán muestras de más de 50.000 pacientes, algo posible gracias a que «ya existen proyectos externos que se incorporan a 3TR y que se encuentran en diferentes fases de desarrollo». Ahí reside una de las complejidades, puesto que «había un gran número de propuestas independientes que luego se unieron bajo nuestra coordinación con tal de obtener la financiación. Lo difícil es que el tratamiento de alguna manera es limitante para saber lo que se puede o no se puede hacer. Por ejemplo, cuando un paciente llega para ser diagnosticado de esclerosis múltiple se toma una muestra del líquido cefalorraquídeo, con el que puedes analizar el estado del sistema nervioso central. Esa información no es accesible después, no puedes saber lo que está pasando y eso es algo a lo que hay que adaptarse».

La doctora Alarcón hace hincapié en que «estamos muy interesados en el desarrollo de la enfermedad en los tejidos, y la comparación con lo que sucede en la sangre, orina… Lo que se está conociendo cada vez más es la fisionomía de la población bacteriana del intestino. Esa es una parte importante del estudio, más allá del muestreo de tejidos o de sangre».

La posibilidad de poder efectuar un diagnóstico precoz de estas enfermedades no está absolutamente descartada, si bien entraña una enorme complejidad. «En Andalucía tenemos digitalizado nuestro sistema de salud y sería una plataforma ideal para estudiar desde el primer momento cuándo algunos pacientes empiezan a desarrollar marcadores que nos indiquen una enfermedad inflamatoria o la posibilidad de la misma. Luego hay que verlo con carácter retrospectivo y localizar qué pacientes han tenido luego esos diagnósticos. Si pudiéramos saber pronto esa tendencia, tal vez podríamos llegar a predecirlo».

La doctora Alarcón subraya la importancia de dar el siguiente paso a la hora de emitir diagnósticos médicos. «Actualmente se clasifica a los pacientes con lo que uno puede ver en estudios de laboratorio en factores clínicos. Sin embargo, debemos empezar a usar lo molecular. Hay pacientes que no cumplen los criterios de una enfermedad concreta porque no tiene todas las manifestaciones que tiene un individuo que ya la tiene diagnosticada. De ese modo, puede llevar muchos años con un tratamiento que no sea preciso. Por eso abogo por olvidarnos del diagnóstico clínico y optar por el molecular. Aún no sabemos los grupos asociados a cada enfermedad, pero esa es una de las respuestas que queremos brindar en este proyecto».

Eso sí, el estudio de cada patología tendrá un ritmo distinto dado que algunas están más estudiadas que otras. «El asma se entiende mejor y hay estudios clínicos que han entrado en nuestro proyecto y que se van a estudiar dentro de 3TR. En cambio, de lupus no hay ningún estudio clínico y hay que empezar de cero. Además, no resulta sencillo pues hay intereses de las farmacéuticas en proteger la información obtenida en sus investigaciones. Probablemente tengamos muestras de estudios pero serán del brazo placebo, en lugar del que está bajo el tratamiento. Quizá se están haciendo cosas en Estados Unidos o en otros países, pero no podemos obtener acceso a toda esa información. Lo llevaremos como podamos porque no es por nosotros, sino porque las empresas están unas contra otras y no quieren compartir sus datos con la competencia», comenta Alarcón.

En función de la patología, el proyecto 3TR puede desembocar en varias metas. «Con el asma vamos a sacar qué semejanzas y diferencias puede haber con el lupus y la artritis en ese grupo que conforman la heterogeneidad de las enfermedades. Podremos sugerir tratamientos para estos pacientes y también averiguar por qué algunos pacientes son más susceptibles a la hora de formar anticuerpos y la base genética que puede existir para ello».

La doctora Alarcón aprovecha el lanzamiento de este proyecto para criticar el sistema de patentes instaurado a día de hoy en el ámbito científico. «Hay que cambiar el enfoque y patentar sólo lo que puede ser comercializable a corto plazo. El sistema de patentes está anticuado y es demasiado costoso, no vale la pena. Te dan un año para aportar una prueba concepto, lo que es muy poco tiempo, y luego tienes treinta meses para hacerla internacional, lo que tiene un coste elevado. Haría falta un sistema para que en un momento dado se pueda crear una ‘spin off’ para ayudar a la comercialización. Así el investigador no se vería forzado a ser empresario».

Una de las claves para que 3TR llegue a buen puerto consistirá en la interdisciplinaridad del mismo. «El desconocimiento de lo que hace cada uno puede llevar a pensar que un investigador es mejor que otro, una idea que me parece absurda. Cada especialista tiene una forma de ver las cosas pero todas son necesarias», expresa. Marta Eugenia Alarcón desea que este proyecto permita que «las personas que he reclutado en mi grupo puedan salir adelante y convertirse en los investigadores del futuro. Los políticos deben entender que se trata de una inversión a futuro que da empleo de calidad a ciudades como Granada, tanto directos como indirectos, y eso es algo que debe promoverse».

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