Los pacientes oncológicos están abandonados por la desinformación en materia de nutrición
Pablo Caballero, cofundador de Oncodieta e Hygea Salud y Nutrición, subraya la necesidad de ayudar a los pacientes de cáncer y reivindica la figura del nutricionista, en baja consideración dentro del sistema de salud en España
En el Día Mundial contra el Cáncer conviene tener en consideración un aspecto que normalmente pasa de puntillas y que puede redundar en el estado de salud de los pacientes oncológicos. Se le presta poca atención a su alimentación, algo que pretende cambiar Pablo Caballero con Sanect. Este producto es uno de los que lleva a cabo este emprendedor afincado en Granada y que, desde su sede en el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, ha volcado todas sus energías –y también su dinero– en varios proyectos que pretenden ayudar al sistema sanitario de España. En concreto, desea impulsar la Nutrición, una disciplina denostada por algunos sectores de la Medicina y que considera igual de primordial que la del resto de profesionales sanitarios.
– ¿Quién es Pablo Caballero?
– Me considero un emprendedor cientófilo, un enamorado de la ciencia y de la empresa, así como un curioso patológico. Durante los últimos doce años me ha gustado moverme en lo que se considera ciencia frontera, los campos de conocimiento que intersectan distintas disciplinas y en los que hay un mayor potencial de generación de valor para la sociedad.
– ¿En qué proyectos está inmerso ahora mismo?
– Actualmente llevo tres proyectos. Uno es Hygea Salud y Nutrición, una ‘spin-off’ de la Universidad de Granada que desarrolla sistemas expertos en salud. Ofrecemos salud personalizada y medicina de precisión orientada a la promoción de la salud. Tiene dos productos principales como Vitadieta, que es un dietista digital, y Vitahealth, que es la siguiente generación de sistemas de salud para territorios o comunidades autónomas. El futuro de la salud personalizada.
El segundo proyecto es una consultora de márketing e información especializada en salud, mientras que el tercer proyecto es Sanect, una herramienta para pacientes oncológicos, que están abandonados por la desinformación al respecto y a los que ofrecemos dietas que proporcionan la mejor nutrición posible. Hay pocos nutricionistas especializados en este campo, apenas unas decenas en todo el país, y hay más de 240.000 casos nuevos de cáncer cada año en España. Queremos ser de ayuda, no sustituir al dietista. No existe una dieta anti cáncer, pero sí una nutrición recomendada para mejorar la salud de los pacientes oncológicos.
– ¿Cómo es el proceso de investigación para Hygea y Sanect?
– Realizamos búsquedas bibliográficas en las empresas, luego subcontratamos a los investigadores, normalmente de la Universidad de Granada por su excelente nivel, y después se transfiere ese conocimiento. No contratamos el desarrollo del producto, sino que efectuamos la curación del contenido. Luego eso lo transformamos en algoritmos que se programan para obtener productos digitales que pueden mejorar la vida de millones de personas.
– ¿Existe conocimiento suficiente para decirle a un paciente de cáncer la dieta que necesita?
– El campo de la Nutrición está en constante evolución y es una de las últimas disciplinas incorporadas a la Medicina basada en evidencia. Existe la dificultad de hacer ensayos clínicos basados en la nutrición porque no puedes poner a cien mil personas a comer lo que tú quieras por tres años y luego ver la evolución. A día de hoy la evidencia sólida se refiere a la energía y cantidad de proteínas que debe ingerir un paciente oncológico. En esa parte es en la que ayuda Sanect. Luego hay que adaptar la dieta en función de la sintomatología, no del tratamiento, y para eso es imprescindible un dietista. Nuestro papel es ser la puerta de entrada a la nutrición del paciente oncológico. Ahora mismo menos del 5% de los pacientes reciben un asesoramiento nutricional adecuado; nosotros queremos ayudar al 95% restante en la medida de las posibilidades de cada uno, porque por desgracia en España este servicio no está cubierto por la Seguridad Social. Nosotros suplimos esa carencia, no estamos para puentear a los especialistas. También ofrecemos recomendaciones nutricionales en municipios para personas sanas y lo acompañamos con el listado de nutricionistas que ejercen en esa localidad, que es donde deben acudir los interesados.
– Hay muchas personas que se dedican a recomendar dietas que no tienen realmente los conocimientos necesarios para ello.
– La mayoría son excelentes profesionales, pero sería iluso decir que todos hacen bien su trabajo. El problema es que muchos ejercen de nutricionista sin serlo. En el mejor de los casos tienen un grado de Formación Profesional, cuyas competencias son de apoyo, y otras veces otras formaciones incluso menores. Lo que faltan son dietistas/nutricionistas especializados. A nivel de formación le pasa como a Ciencias Ambientales, una formación muy buena pero amplia y genérica. Requiere un mayor apoyo de las universidades para ofrecer másteres específicos en patologías concretas, pero eso ya no es responsabilidad del dietista como tal.
– Lo habitual ahora es que el farmacéutico o el médico entregue una dieta tipo.
– Sí, directamente descargada de Internet. Nosotros intentamos ayudar a los médicos, que seguro que querrían tener un dietista junto a ellos. Como no hay sistemas orientados a la prevención, a los enfermeros les toca rellenar esa laguna del sistema sanitario. Ellos están tomando el relevo y en realidad no les corresponde esa carga, pero es que si no lo hacen los pacientes se quedan desvalidos. Nosotros intentamos ayudar y derivar a los especialistas.
– ¿Cómo casa la nutrición de calidad con las dietas de hospitales?
– Directamente no casa. Según los últimos estudios, la prevalencia de malnutrición o desnutrición en pacientes hospitalizados en España es del 50%, una brutalidad. Hay un dietista por cada 750 camas. El problema es el enorme desconocimiento y la falta de aprecio de la nutrición como ciencia por un sector de la Medicina más tradicional, por decirlo de alguna manera. Existe la necesidad de reivindicar la figura del nutricionista igual que la del médico, el enfermero o el auxiliar. El nutricionista es un profesional sanitario como ellos, pero no está suficientemente reconocido y la realidad es que faltan en el sistema de salud.
– En su caso, ¿cómo de rentable ha sido la transferencia de conocimientos desde la investigación a la empresa?
– Básicamente me ha costado el dinero llegar hasta aquí, aunque ahora estamos en un momento más dulce por tener ya los productos finalizados y encontrarnos en la fase de comercialización. Ha sido complicado llegar hasta aquí y no le recomiendo a casi nadie que abra una empresa en este país, y menos de investigación. Si montar una empresa de transferencia de conocimiento es algo que realmente quieres hacer y si no lo llevas a cabo te va a faltar una parte de tu vida, lánzate. Vas a invertir todo tu tiempo y dinero en ello. Es maravilloso, como tener un hijo, pero debes saber en qué te metes. Trabajarás infinitas horas y no sólo no vas a ganar dinero, sino que te costará. Aparte, la administración anima de forma temeraria a que montes empresas en forma de créditos, pero básicamente le está dando cuerda a la gente para que se ahorquen ellos mismos. En otros países se trabaja con subvenciones o exenciones fiscales directas, pero en esos ecosistemas hay inversores que aquí no están. Además, aquí es prácticamente imposible trabajar con la administración pública, salvo algunas excepciones. En general, trabajar con el sistema sanitario de tu propia comunidad autónoma e heroico.
– ¿Y cómo es trabajar de la mano de la Universidad o de otras OPIS?
– Mucho mejor. Recomiendo a cualquier investigador, profesor o médico con inquietud que se centre mucho más en la transferencia de conocimiento. Que elijan empresas con un canal potente ya abierto y que esté facturando con las que llegar a un acuerdo comercial para la transferencia. Es mejor ganar un 5-10% limpio de un producto que otro pondrá en el mercado, antes que invertir todo tu tiempo y dinero sin tener canales de distribución. Aquí no gana el mejor producto, sino el mejor canal de distribución, y una empresa recién abierta, por definición, no tiene un canal adecuado.
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