Desarrollan una herramienta que mejora la extracción de tumores malignos en la piel

Gonzalo Blasco es un dermatólogo joven que trabaja en el Hospital Alto Guadalquivir y mantiene un acuerdo de colaboración con el Hospital Universitario Virgen de las Nieves. Su tesis doctoral ha consistido en un procedimiento para estimar las dimensiones de una pieza quirúrgica en el paciente a partir de cálculos con la piel del mismo en el laboratorio. 

¿De dónde surge el problema?

Lo que percibimos en la práctica clínica diaria es que cuando se extraen tumores malignos de la piel, por una serie de consensos internacionales, hay que quitar unos márgenes alrededor como mínimo. Por ejemplo, para un tumor de un milímetro habría que quitar un centímetro alrededor. El problema es que cuando operábamos a alguien, por ejemplo en la pierna, para quitarle un melanoma o tumor de la piel, encontrábamos que al ver el resultado de la prueba de anatomía patológica veíamos que en vez de un centímetro habíamos quitado siete milímetros. Aquí te encontrabas ante un problema clínico porque podías encontrarte con volver a operar al paciente o con tener que hacer un seguimiento más frecuente o consecuencias médicolegales por no haber vuelto a operar al paciente. Esto último es frecuente en países como los Estados Unidos.

¿Y qué estaba pasando?

Vimos que esto pasaba con mucha frecuencia y entonces nos planteamos que lo que estaba ocurriendo es que la pieza quirúrgica se contrae dependiendo de la localización en el cuerpo y lo que anteriormente era un margen de un centímetro se puede convertir en unos milímetros menos. Entonces lo que hicimos fue estudiar el fenómeno de contracción de estas piezas quirúrgicas en función de muchos parámetros. Encontramos que el factor que más influye en la contracción es la localización, y que esta se produce en los primeros cinco minutos tras la extracción del tumor. Además, depende de la zona del cuerpo que se opere, no es lo mismo una planta del pie o palma de la mano que no se contrae nada, que una espalda que se contrae mucho.

¿Cómo desarrollasteis la nueva herramienta a partir de estos datos?

A partir de esto fuimos viendo lo que se contraían las piezas quirúrgicas y tras un año de recogida de datos, en el que extrajimos más de 400 muestras de piel, pudimos hacer un mapa corporal de la contracción de las piezas quirúrgicas. Luego con esas mediciones obtuvimos un factor de corrección y lo incluimos en una fórmula matemática para ver lo que se iba a contraer la pieza. De esta manera cuando llegara un paciente podíamos calcular los márgenes quirúrgicos in vivo a partir de los márgenes quirúrgicos calculados en el tejido en el laboratorio y podíamos saber si coincidía este error o no. Esto permite saber si el tumor está bien quitado y no hay que hacer ninguna ampliación ni ningún control más allá. 

¿Cuáles son los siguientes pasos para poner en práctica esta idea?

En su momento solicitamos la patente de la idea y a raíz de eso estamos desarrollando una aplicación web y una aplicación para el móvil para que cualquier compañero pueda descargar esta aplicación y en su práctica diaria pueda corregir estas discrepancias. Además en cuanto a la investigación, una parte importante de los estudios están publicados y ahora nos queda publicar el último estudio que es el más grueso. A esta publicación añadiremos la aplicación para que los compañeros la puedan descargar, y la presentaremos en congresos y presentaciones para que los compañeros lo puedan poner en práctica. La descarga sería gratuita.

¿Se podría usar esta tecnología en otro tipo de intervenciones?

Podría servir para cualquier tipo de cirugía reconstructiva que implique tener que quitar un trozo de piel. 

¿Por ejemplo cirugía estética?

Por ejemplo. En ese caso podríamos usar la fórmula para saber cómo de grande va a quedar ese defecto que se quiere reconstruir. Pero sobre todo está planificado para el cáncer de piel.

¿Quién participa en el proyecto?

Es un grupo interdisciplinar. Participamos el servicio de dermatología del Hospital Virgen de las Nieves con los investigadores Salvador Arias, que es el jefe del servicio de dermatología, la invención pertenece también al doctor Jesús Tercedor y a mí que soy quien leyó la tesis. Y el servicio de anatomía patológica, puesto que la medición que nos permite hacer los factores de corrección, una parte son histológicos y hacen ellos la medición en formol e in vivo.

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